¿Qué es el ciberbullying?

El ciberacoso o ciberbullying es un subtipo de bullying indirecto que se lleva a cabo a través de las redes sociales y las nuevas tecnologías. Como en todo tipo de acoso escolar, este tipo de interacción se basa en la emisión de una conducta de forma intencional con el objetivo de dañar o vejar a otra persona, estableciendo una relación de desigualdad entre ambos sujetos (es decir, teniendo dominancia la persona agresora sobre la agredida) y siendo estable en el tiempo.
Sin embargo, el hecho de aplicar las nuevas tecnologías hace que estas características del acoso se vean matizadas. Mientras que la existencia de una relación de desigualdad sí se da siempre, hay que tener en cuenta que el estímulo desencadenante puede ser una foto, un comentario o un contenido que se haya publicado o emitido sin la intención de dañar a nadie, siendo el acoso derivado de una mala utilización de ésta publicación (estando situada en esta tercera persona la intención de dañar).
Por ejemplo, que un amigo o el mismo individuo cuelgue o envíe a alguien una foto en que un compañero sale mal puede no implicar que éste quiera humillarle, pero una tercera persona puede hacer un uso diferente al pretendido. En el caso del ciberacoso, hay que tener en cuenta que lo que es publicado en Internet puede ser visto por numerosas personas (muchas de ellas desconocidas) y en cualquier momento, de modo que una sola situación de acoso puede tener repercusiones en numerosos intervalos temporales.
Además, la víctima tiene una sensación de indefensión mayor que en otros tipos de agresiones, puesto que a causa de las redes el ataque le puede llegar en cualquier momento y lugar, y además no sabe cuándo se va a presenciar ni por parte de quiénes va a producirse. Por último, al contrario que en casos de bullying tradicional, en el ciberbullying el acosador puede ser anónimo.

Tipos de ciberbullying

El ciberacoso no es un fenómeno unitario que se dé de una única forma; existe una amplia variedad de formas que van desde el hostigamiento de la víctima y su exclusión social hasta la manipulación de datos para perjudicar a una persona en su propio nombre. Internet es un entorno conocido por la gran variedad de posibilidades tecnológicas que ofrece, y desgraciadamente esto se aplica también a la hora de utilizar este medio como una herramienta para acosar a los demás..
En el caso del ciberbullying, las estrategias para dañar a alguien pueden utilizar todas las potencialidades de la red, desde las fotografías almacenadas y fácilmente difundidas hasta el uso de grabaciones de voz o de fotomontajes.
Ejemplos claros son las fotografías y vídeos hechos y publicados sin consentimiento con el fin de chantajear o humillar, amenazas directas a través de diversas plataformas o páginas webs creadas específicamente para ridiculizar a la víctima. Además, dependiendo del objetivo del acoso, podemos encontrarnos con casos como la sextorsión, en que se chantajea a la víctima a cambio de no publicar ni extender fotografías o vídeos de índole sexual.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que el ciberbullying más habitual, el llevado a cabo por niños y adolescentes, puede explotar todos los recursos imaginables, dado que las personas pertenecientes a la generación de nativos digitales ya aprenden a utilizar todas estas herramientas desde sus primeros años.







La diferencia con el grooming
Es importante destacar que el ciberbullying se da entre menores o al menos entre grupos de iguales. Se distingue así del grooming, en que un adulto acosa a un menor a través de internet (normalmente con propósitos sexuales). En este segundo caso, es frecuente que el acoso a través de internet vaya asociado a crímenes.

¿Qué le ocurre a la víctima del ciberbullying?

Es frecuente observar en las víctimas de ciberacoso un marcado descenso del nivel de autoestima y autoconcepto, llegando incluso en ocasiones a auto-culpabilizarse de la situación. La inseguridad, sentimiento de falta de competencia y la vergüenza de no ser capaces de hacer que la situación se solucione son elementos encontrados con frecuencia en los casos de ciberacoso.
Además, muchas de las víctimas son coaccionadas para mantener la ley del silencio por miedo a las consecuencias de denunciar. Esto causa un descenso del rendimiento escolar, que a su vez retroalimenta el descenso de autoestima. Las víctimas de ciberbullying continuado también perciben menor apoyo social, y a la larga se dificulta la futura vinculación afectiva con terceras personas, inhibiéndose el desarrollo social.
Asimismo, cuando el ciberbullying es muy intenso y se prolonga durante meses es posible que las víctimas acaben presentando patologías de la personalidad o del estado del ánimo, tales como depresión severa o fobia social, incluso llegando (como en el caso ficticio anteriormente recreado) a conducir al suicidio de la víctima.

Prevenir el ciberbullying

De cara a detectar casos de ciberacoso, algunos indicios que pueden resultar útiles serian la monitorización y vigilancia de cambios de hábitos y del uso de dispositivos con acceso a Internet (incluyéndose la ocultación cuando se los usa), faltas de asistencia a clase, abandono de actividades predilectas, reducción drástica del rendimiento escolar, cambios en la manera de comer, variaciones de peso, vómitos y diarreas sin motivo aparente, ausencia de contacto visual, miedo a los recreos, cercanía excesiva a los adultos, apatía, o falta de defensa ante bromas que pueden parecer inocuas.

¿Qué hacer si se detecta ciberacoso?

En el caso de detectar una situación de éste tipo, es necesario establecer una comunicación fluida con el alumno y su familia, haciéndole ver que está viviendo una situación inmerecida de la que el menor no tiene la culpa, ayudando a denunciar el caso y haciendo sentir un apoyo continuado. Resulta imprescindible enseñar y contribuir a recaudar pruebas del acoso (como por ejemplo capturas de pantalla o empleo de programas que graben las conversaciones), con el fin de probar su existencia.
Para remediar la existencia del ciberacoso es fundamental el establecimiento de medidas preventivas. Diferentes metodologías, como el método KiVa, han probado la utilidad de trabajar con el conjunto del grupo clase y especialmente con aquellos alumnos que son testigos de la agresión, con el fin de que el agresor perciba rechazo a sus acciones y no vea reforzada su conducta.
Del mismo modo resulta fundamental trabajar con el alumno agredido y el alumno agresor, con el fin de mostrar apoyo y mejorar la autoestima del primero y despertar la empatía del segundo haciéndole ver los posibles daños que puede causar su conducta tanto al agredido como a otros (incluyéndose a sí mismo).
Escanea el Codigo QR y visita la FamePage

Comentarios